
“No nos podemos contentar con dar de beber a quienes ya tienen sed. También hay que dar sed a quienes no quieren beber.
Hay que provocar en los alumnos el deseo de aprender y de formularse preguntas. Y hacerlo codo con codo, acompañándolos a lo largo de toda la escolaridad y ayudándolos a encontrar tiempos de reflexión y concentración en una época en la que están sobre informados y sobreexcitados.
No hace falta preguntarse qué diremos a los alumnos, sino qué les haremos hacer para que aprendan”. (Merieu, 2007)
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